jueves, 12 de junio de 2014

LIBERTAD

¿EN VERDAD SOMOS LIBRES?






Una interrogante cuya respuesta  implica más que un monosílabo. Actualmente se presume de una libertad en todas nuestras acciones, pero ¿en realidad es así? ¿O sólo es una afirmación producto de la cotidianidad de decirla?


Lo que si es cierto es la libertad, al igual que la felicidad y la verdad no han podido ser definidas de manera universal, ya que han sido infinitos los modos en que el ser humano ha creído acercarse a ellas. Durante el proceso ha constatado que ejercer la libertad no es ni fácil, ni cómodo.

Existen diversos factores que pueden ocasionar una distorsión del término “libertad”, como lo es la familia, las religiones y la sociedad misma. Ésta última tiene un inmenso poder sobre las decisiones y actos del hombre, puesto que aquél que se proclame en contra de alguna de las imposiciones de la sociedad es señalado como erróneo. Las tendencias y la moda son uno de los aspectos que fomentan la creación de prototipos que excluyen a todos aquellos que no entran en estos “moldes”, así que “somos libres mientras no faltemos a las normas (superfluas) establecidas”. Es decir, muchas personas que quieren vestir de una manera, ejercer cierta profesión u oficio, elegir un estilo de vida deben procurar no revolucionar las ideologías impuestas por tradición y costumbre. Por lo tanto estas personas no experimentan lo que en verdad es libertad.


Cabe señalar que la libertad es sinónimo de poder, por lo tanto, requiere de responsabilidad, de no ir en contra de la salud e integridad propia  y de los demás. Por ello me refiero  que hay personas que se dejan llevar por lo que dictamine la sociedad en materia de estética, modelos superficiales, materialismo en sí y no de las cuestiones morales y éticas.

La cultura y la sociedad enseñan al hombre a ser responsable, o en su defecto, por lo menos lo obligan a cumplir una serie de normas establecidas. Lo que no se puede enseñar a los individuos es a ser libres. La libertad va más allá de la cultura, de la familia o aún de las mismas leyes. Éstas últimas refrenan al sujeto, pero no le dicen por qué dicho acto debe ser castigado.

Lo anterior nos indica que cumplir con todo ello, no nos hace libres, solamente nos hace responsables y nos limita, pero con ello no se puede conseguir la libertad.

La libertad tiene que ver forzosamente con la razón, con la reflexión, con el uso de las consciencia, pero desde la exigencia del propio sujeto. Un acto no puede ser libre si sólo lo hacemos porque así está impuesto, sino porque como individuos tenemos la capacidad de discernir qué es lo correcto y qué calificar de perjudicial. Ese paso reflexivo y consciente hace al sujeto ejercer la libertad, no la prescripción, ni la obligación.


El acto libre – y por lo tanto moral – no puede estar condicionado a ningún agente externo, sino que tiene como fin encontrar su propia autonomía la cual debe garantizar que el acto no sea beneficioso sólo para él, sino para los demás.



El ser humano es capaz de darse cuenta de que sus actos deben ser dirigidos al bienestar de la especie; si el género humano y todo lo que lo rodea está bien, yo, por ser parte del género también estoy bien. Sin embargo, este proceso lógico se debe llegar por la vía individual y no será necesario que se le imponga nada. 


martes, 10 de junio de 2014

GLOBALIZACION



EL MUNDO GLOBALIZADO





¿Por qué hablar de un mundo globalizado como una estructura moral? Porque en la actualidad la globalización no permite que la realidad humana sea ordenada a partir de principios nacionales, mitos o relatos.

Esta nueva realidad se ha logrado a partir del control de los medios de comunicación que, en el surgimiento de la sociedad de mediados del siglo XX hasta nuestros días, han obstaculizado  una colectividad consciente de sí misma, que fomente sus tradiciones, su cultura, su cosmovisión, la necesidad de conocimiento teórico-práctico real. Por el contrario se ha provocado caos, complejidad y énfasis en los intereses de las clases dominantes. La globalización no parece haber llegado a objetivos racionales, ni de igualdad, de progreso encaminado al bien común.


El problema de los contenidos de los medios de comunicación es evidente: la gran mayoría de los medios difunde noticias amarillistas, programas de televisión enajenantes, de contenidos superfluos o poco fundamentados, y en revistas especializadas con costos no accesibles al común de la gente, quienes se conforman con lecturas menos costosas que fomentan estereotipos estéticos, deportivos o de personalidad, que sólo provocan existencias vacías, desorientadas y resentidas. La justificación de tales medios es que buscan entretener al público no educar.

Algunas personas opinan que el problema, no está en los medios de comunicación, sino en los padres y su forma de educar a sus hijos. Lo que si es cierto es que la reflexión sobre los medios masivos de comunicación debe ser más profunda, pues se debe pensar primero en la situación de las sociedades contemporáneas.


Otro de los problemas más evidente derivado de la globalización, es la uniformidad de la cultura, se han unificado los gustos y ha aplastado las culturas regionales, donde la justificación  más común  es la amplitud de elecciones para el consumo y que no va más allá del beneficio del consumidor. Lo cierto es que muchas costumbres se han suprimido por el acaparamiento de otras tecnologías y tradiciones de los países de primer mundo, los cuales tienen un inmenso poder de influencia sobre las demás naciones que intentan imitar sus acciones.


Como seres en una cierta circunstancia, nuestra responsabilidad es enterarnos de estos distintos dilemas a los que la globalización nos enfrenta. De esta manera, al reflexionar sobre el nuevo orden mundial debemos pronunciarnos en favor o en contra de esta tendencia, debemos elegir lo mejor para la sociedad presente y futura.